¿Sabes diferenciar entre deseos, objetivos y metas? Es importante diferenciar estos conceptos para poder planificar correctamente y saber en qué dirección ir. Estos términos te ayudarán a identificar si tus acciones en el día a día están bien orientadas y te acercan hacia donde quieres llegar.
1. Deseos: Los deseos o anhelos suelen ser vagos y difusos, poco tangibles. Trabajar en identificar las cosas que deseo es importante, porque me sirven para identificar mi misión y mi propósito. Es recomendable hacer por escrito una lista de las cosas que siempre he deseado, dedicando tiempo a identificar los deseos sinceros o deseos profundos, diferenciándolos de los deseos circunstanciales y pasajeros. Es complicado y lleva tiempo, requiere auto conocimiento, pero trabajar en este sentido nos ayuda a identificar el tipo de vida que nos gustaría llevar, los valores y el sentido a dar a nuestra vida.
2. Objetivos: Los objetivos son también poco tangibles, son genéricos. Nos indican grandes cosas que quiero lograr, pero sin especificar de forma medible. Por ejemplo tus objetivos de este mes pueden ser: aumentar la cartera de clientes, hacer deporte, estar más con tus hijos. Al ser los objetivos demasiado grandes, complejos, demasiado genéricos, y poco tangibles, es muy difícil hacerlos, lo que suele ocurrir es que se dejan «para mañana», nos ponemos con las tareas del día a día y los temas urgentes, y se quedan sin hacer. Normalmente es preciso desglosarlos en acciones más pequeñas que se han de planificar. Los objetivos han de ser ambiciosos y deben ser cosas que no haría o que no esté haciendo ya, cosas que me fuerzo a hacer al plantearlas como objetivo y que me suponen un esfuerzo.
3. Metas: Las metas han de ser tangibles, específicas, cuantificables, medibles y con una fecha límite. Han de ser por escrito. Las metas me conducen a cumplir el objetivo, es decir, una vez fijado determinado objetivo para este mes, me fijo varias metas tangibles que me conducen a cumplir ese objetivo intangible. Una meta viene a ser un indicador que me pongo de antemano, para asegurarme que cumplo mis objetivos, un indicador que me ayuda a romper mis barreras mentales y a ponerme en acción. Al elaborar la meta, he de poner cada acción a emprender en mi agenda, en una fecha y a una hora exacta, y he de proteger esa acción, para que las urgencias y las barreras mentales no me impulsen a no hacerla. Las metas me llevan a enfrentarme a mis barreras constantemente, me impulsan a hacer cosas que normalmente no haría, me ayudan a salir de mi «zona de confort», a superar mis miedos internos y mi pereza, me hace enfrentarme a mi mismo y cuestionarme si hago lo que debo hacer para cumplir mis grandes objetivos y acercarme a mis deseos. Nunca cambiaré resultados si no me pongo en acción y las metas son lo que me ponen en acción.
Una vez que hayamos dedicado tiempo a identificar nuestros deseos, a conocer las cosas que siempre hemos deseado, los deseos sinceros y deseos ardientes, el tipo de vida que nos gustaría llevar, nuestra «misión», hemos de fijar objetivos que nos conduzcan a conseguir esos deseos. Y posteriormente, hemos de desglosar esos objetivos genéricos e intangibles, en metas específicas, tangibles y medibles, y esas metas estarán formadas de acciones o tareas, con fechas concretas y con una planificación que nos conduzcan a cumplirlas.
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